viernes, 14 de septiembre de 2007

NO HABÍA NADIE


LA ESPERA

[I]
El campo, oscuro; lejos, al mar,
las luces. Y un pájaro nocturno.

Sentado está mi padre,
con olor de naranjo entre sus dedos
y el rostro plateado. Espera.
Y en un paseo largo,
de rezo y vigilancia del jazmín,
mi madre está esperando.

Vaharadas de tiempo
suben hasta el balcón, desde allí miro
su soledad, sus sombras. En esta casa todos
estamos esperando a quien nos niega.

[II]
El campo, oscuro; lejos, al mar,
las luces. Y un pájaro nocturno.

Con rostro plateado, y hondo olor
de naranjo, espera un hombre.
Y una mujer espera, vigilando
el jazmín. Son dos extraños.

Miré desde el balcón,
y en el balcón no había nadie.

FRANCISCO BRINES

No hay comentarios: