lunes, 29 de octubre de 2007

POETAS AMIGOS


Durante el pasado fin de semana, los asiduos a la poesía hemos podido disfrutar de la presencia en Lérida de algunas de las voces más representativas de las letras internacionales. "Mahalta" - III Festival Internacional de Poesía, cierra su edición de este año sin contradecir el objetivo que insinuaba el título de esta tercera edición: "Far en la boira". Yo no sé hasta que punto se cumplieron las espectativas que todo acontecimiento de tal envergadura acostumbra a generar, pero lo que si puedo afirmar es que, para alguno de nosotros, las noches del 25 y 26 de octubre del 2007 dejaran una de esas huellas hondas y a la vez entrañables que nacen del tiempo compartido. Antonio Jiménez Millán aparte de ser, desde luego, un excelente poeta, un impecable creador de versos, es también una de esas personas que se acercan a tú mesa como una bocanada de aire fresco y sencillo. Un excelente conversador; de esos hombres que tienen el don de la palabra y que siempre invitan al diálogo al tiempo que rehusan el debate. Un erudito de los que saben escuchar mientras que, desde la humildad, hace alarde de sabiduría y buen estar. Un poeta, en definitiva, cuya cordialidad desborda los límites de nuestra timidez para hacernos partícipes en la sobremesa. Antonio no es uno de esos profesores afianzados en su púlpito, no es de los que imponen su conocimento apuntalando opiniones con palmadas sobre la mesa. Nada tiene que ver Antonio con esos vanidosos instalados en los altares de las verdades absulutas e irrefutables. Es un hombre sencillo, con don de pluma y de gente, generoso y siempre atento, cálido como sólo pueden serlo las personas que poseen un corazón de gigante. Esta mañana me he levantado temprano para leer "Invetario del desorden", el poemario con el que tuvo el detalle de obsequiarme cuando la noche retiraba su velo y era inevitable ya la despedida. Dicen los versos finales del segundo poema de la sección titulada "Calma aparente";

"Buscabas ese instante irrepetible,
una imagen del mundo
que ya no necesite la nostalgia"

Y créeme, cuando digo que lamento contradecirte, Antonio, pero el recuerdo de esas dos noches irrepetibles en una ciudad, esta vez sin niebla, pero con la luz radiante de una complicidad recién estrenada, no va a poder zafarse del roce amable de la nostalgia. Desde el corazón, un abrazo y hasta pronto.

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